«Menudo circo» puede significar muchas cosas. La acepción más negativa tiene su exponente máximo en la actual situación política mundial. Política, económica, social… todo un circo penoso, se mire por donde se mire.

Los circos propiamente dichos, los que exhiben acrobacias, humor, historias varias, son bonitos. Muestra de logros humanos, ejercicios físicos imposibles para la mayoría de las personas, escenografías y músicas artísticas, creativas, alegres. Con su detalle ya superado del esfuerzo animal, fruto de tratos nada adecuados. Ya no hay criaturas salvajes esclavizadas dando saltos con trajes ridículos, afortunadamente. Las personas que actúan en los circos de ahora, son atletas, artistas, sacan máximo provecho de la elasticidad de sus cuerpos, y crean obras plásticas sonoras y expresivas dignas de admiración.

El otro día vi el Circo del Sol. Una pasada. En una pantalla, son increíbles. Pero en vivo y en directo… emocionan. Muchísimo. La música en vivo, los colores, las luces, los saltos, los trajes, los payasos, tooooodo emociona. Y te hace pensar. Bueno, últimamente todo me hace pensar.

Pensé por un lado en lo felices que serán haciendo esa maravilla de espectáculo y recibiendo tantos aplausos y admiración. También pensé en la gente que se dedica a hacer otro tipo de cosas, no tan espectaculares, y que no es tan feliz. Qué bueno sería que todos hiciéramos cosas importantes, emocionantes, bonitas, y que recibiéramos aplausos por ello. Sería una buena recompensa, hay profesiones difíciles de llevar adelante, el dinero no lo es todo, creo.

La enseñanza, por ejemplo. La medicina también, y las leyes, hay muchas profesiones que requieren un gran esfuerzo psíquico y emocional. Todas las que impliquen el trato humano, están sujetas a cambios de ánimo, cansancio, decepciones. A veces vendrían bien unos aplausos, para mantener la ilusión y seguir luchando.

Porque la enseñanza, como la maternidad, es un proyecto a largo plazo. Se tarda en ver los resultados. En otras profesiones se recogen antes los frutos, el trabajo se hace, y si se hace bien, se recibe la recompensa. Pero el auténtico aprendizaje tarda en mostrarse. No basta con memorizar cosas y soltarlas en el examen, sea del tipo que sea. Cuando de verdad se ven los frutos, es cuando tu alumnado crece y se convierte en adulto, y tiene éxito y es feliz. Pero eso raras veces lo vemos. En el caso de la maternidad, sí, vemos crecer a nuestra prole. Y sus éxitos, son los nuestros. No hacen falta aplausos.

Por mi parte, como madre, estoy bastante orgullosa. Como maestra también. Espero que mi alumnado se acuerde de mí cuando sea grande y me cuente sus éxitos en la vida. Aaaaaay qué mayor me siento hoy. jajajajajaja


Descubre más desde AGILA. ESPACIO DE INNOVACIÓN DIDÁCTICA

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Published by

Categories:

Deja un comentario