Vuelvo a mi tema preferido, la educación en casa.
Acabo de poner las notas del primer trimestre a mi alumnado de secundaria, y ya he redactado el programa del segundo trimestre. Lo tenía esbozado, pero ya le he dado forma y bastantes detalles. Me ha ayudado la experiencia en esta primera etapa.
Aunque lo tenía todo pensado y bien pensado desde principio de curso, algunas cosas no han salido como esperaba. Conocía de otros años a algunos de mis alumnos, pero a otros no. Después de estos tres meses, puedo decir que los voy conociendo, sus capacidades, sus expectativas, y las de sus familias también.
Es curioso, la variedad de personas que eligen la opción de educar en casa. No se puede decir que sean todas iguales, para nada. Hay grandes diferencias entre ellas, empezando por las rutinas diarias, las costumbres, y sobre todo, las esperanzas que tienen sobre sus retoños. Todas quieren lo mejor para ellos, indudablemente. Pero cada una parte de su propia experiencia, y no todas piensan lo mismo sobre la educación en general.
Se toman las decisiones por el lugar de residencia, por desencanto con el sistema educativo, por malas experiencias en colegios presenciales, por creencias y valores que no encajan en el sistema, multitud de casos que voy conociendo con los años.
Hay quienes educan personalmente, y quienes contratan a docentes, ya sea en su propia casa, o a distancia, como nuestra escuela. También hay quienes siguen el programa oficial, aunque estén en casa, y quienes prefieren otro estilo. Respecto a las calificaciones y títulos oficiales, variedad de opiniones. Unas familias las necesitan porque sufren presión social o familiar, otras las quieren para que sus peques puedan acceder de mayores a la universidad. Otras ni las necesitan ni las buscan, quizás porque ya tienen asegurado el futuro de su prole, trabajando en la empresa familiar, por ejemplo, o pensando que podrán trabajar de manera autónoma. Cada familia es un mundo.
Las familias que huyen del sistema establecido, suelen buscar currículums alternativos, más prácticos, más realistas, con contenidos que perduren en la memoria. Yo recuerdo haber estudiado de pequeña la tabla periódica, y aún puedo recitar de memoria algunas columnas. ¿De qué me ha servido en mi vida? Se podría argumentar que estudiar así potencia la memoria, la concentración, el esfuerzo… Pero todo eso se puede conseguir de otras maneras. Para comprender cómo funcionan las cosas, hay que conocerlas, por supuesto, pero todo en exaustividad es imposible.
Si me preguntaran cómo mejorar el sistema educativo actual, yo quitaría asignaturas y docentes en las etapas primaria y secundaria. AHORA EXPLICO DÓNDE LOS UBICARÍA, NO OS ENFADÉIS, NO QUIERO DEJAROS EN EL PARO. Con uno por clase que enseñara cosas básicas de todas las áreas de conocimiento, sería suficiente. Es lo que estoy haciendo yo, que estudié Bellas Artes, y dentro de mis limitaciones y mis fallos, considero que va saliendo bien. La información la saco de Internet, yo pongo el hilo conductor, que suele ser un tema para la vida, y organizo semanalmente las tareas para mi alumnado. Siempre enfocando el esfuerzo en aprender algo útil, en pensar en su futura profesión u ocupación, que les sea satisfactoria y los haga felices. Tengo 11 alumnos, no 25 como en las clases actuales.
Y en la etapa superior, la Universidad, MUUUUUCHOS MÁS DOCENTES. jeje Ahí sí que hay que enseñar con todo detalle la futura profesión de las personas. Muchos docentes porque 100 alumnos por profesor, es inhumano. Ni se les atiende, ni se les conoce, ni sabemos si aprenden o no. Ahí es donde tienen que estar todos esos profesionales a los que les gusta enseñar. ¿Qué os parece mi propuesta? Dejadme algún comentario, anda. ¡Y feliz año nuevoooooooo! Agilando.


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