Y el ocio formativo

Actualmente nos dirigimos hacia la sociedad del ocio y del tiempo libre, pero al mismo tiempo, hacia la formación permanente. La humanidad tiene la extraña costumbre de abordar al mismo tiempo cuestiones contradictorias, debe de ser algo innato, la naturaleza dual. No lo digo como algo malo, solo como curiosidad.

Y uno de los objetivos de nuestra era, es trabajar menos y disfrutar más del tiempo libre. Me encanta este objetivo. Peeeeeeero. Siempre hay un pero. Desde las empresas y las instituciones nos invitan, jajaja, ¡nos invitan!, a formarnos durante toda la vida. A estudiar sin descanso, vaya. ¿Entonces dónde está mi tiempo libre? Misterios del universo, conocimientos que se escapan a nuestra mente limitada. Qué rollo filosófico, me voy por las ramas.

Retomo el hilo. Los campamentos de verano. Como el que hacemos en Agila Espacio de Innovación Didáctica. No es por presumir, pero nuestro campamento es especial. No nos limitamos a hacer juegos, cualquier juego, sino que le damos ese tono didáctico tan propio de docentes de vocación. Elegimos un tema por semana, y alrededor de ese tema giran todas las actividades, incluido el menú del mediodía.

¿Cómo lo hacemos? Atendiendo a la edad de los peques, a sus intereses, y a los nuestros, claro. La primera semana siempre es la de la Feria de San Juan, alrededor del Solsticio de Verano. Es una ocasión perfecta para hablar de tradiciones. No siempre las ferias eran botellones encubiertos. jajaja Vuelvo al tema de los botellones. Es que es verdad, si solo sabemos comer y beber cuando nos reunimos, qué triste, qué cutres. Antes se hacían otras cosas. No todas buenas, es verdad, pero son las buenas las que no se deberían perder.

¿Qué hacemos en Agila para celebrar San Juan? Hogueras. De mentirijilla, pero hogueras. Con piedras de verdad y palos, en la tierra, simulando un fuego con papeles rojos y amarillos. ¿Y qué hacemos con las hogueras? Las saltamos. ¿Para qué? Porque hace mucho, muuuucho tiempo, se danzaba alrededor del fuego, y se utilizaba como reto para los jóvenes que querían demostrar su valentía. Como paso de la niñez a la adolescencia, casi madurez, ellos y ellas demostraban que ya no eran niños. Que podían ser mujeres y hombres valientes, responsables, y llevar adelante una familia. Qué bonito, qué pena que ciertas costumbres se pierdan.

Nuestros peques agileros saltan sus hogueras. Hacemos tres, de diferentes tamaños, adaptados a sus saltos. Y todos saltan. Piden un deseo, también, eso siempre da ánimos y fuerza. Y finalizamos fingiendo que quemamos las cosas malas para dejar espacio para las buenas. ¡Y seguidamente, hacemos una portada de feria y nos parecemos a los adultos actuales, a comer y a beber zumos naturales! El menú también se parece a esos días de celebración. Un poquito de jamón, tortillita… Qué ganas me están entrando de empezar.

Otro día hablaré de más temas semanales. Si lo cuento todo ahora, se pierde la emoción por la siguiente entrada de blog. jeje ¡Nos vemos prontooooo!


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