Y LOS PREPARATIVOS DEL SIGUIENTE

Ay, qué tiempos aquellos, en los que los profes tenían tres meses de vacaciones. Eso lo vivió mi padre, pero a mí ya me tocó la generación de los docentes-administrativos. No basta con pasar el curso programando, enseñando, evaluando, motivando, recuperando, educando. No. También hay que realizar tareas administrativas, cada vez más. Me refiero a la universidad, claro. Pero con las clases de secundaria en casa, también. Aunque en este caso el problema es que Agila es una escuela pequeña y sin presupuesto para secretarias. jajaja Ya llegaremos.

En la universidad, hay que reconocer que el periodo de docencia directa y presencial cada vez es más corto. Empezamos el curso a finales de septiembre, paramos el mes de enero entero para hacer ¡5 exámenes! Y lo mismo en junio. Pero eso no significa que tengamos de vacaciones julio y agosto. Noooooo. Julio es para hacer más exámenes, de las asignaturas suspensas, pues ya no se hace en septiembre. Y tribunales de trabajos finales de grado y máster. Dirigirlos, y después evaluar los dirigidos por compañeros.

Todo eso está muy bien, es docencia. Hay que añadir que el alumnado universitario cada vez opta más por la modalidad de evaluación global, que significa que no asiste a clase. Estudia desde su casa, y solo se presenta a los exámenes. Este tipo de alumnado da mucho trabajo al docente, al menos en mi caso. Yo no tengo mis clases escritas en un documento llamado «apuntes de clase». Yo hablo en clase de todo lo que sé, pongo alguna presentación visual para añadir imágenes o vídeos, y espero que mi alumnado tome apuntes. Como yo hice al estudiar Bellas Artes. Tengo guardados algunos apuntes maravillosos de las clases de Grabado y Estampación, de las de Historia del Arte, con dibujos de las diapositivas que explicaban las profes. Ahora parece que no saben tomar apuntes, con lo útil que es saber resumir. Pues yo los obligo a hacerlo. A los que asisten a clase, claro. A los que no, les hago un resumen de cada sesión, en el espacio virtual de la asignatura, y les mando de tareas mirar documentos sobre el tema. Aunque yo en clase hable de cosas que he leído o visto, me gusta que lean esa información de la fuente original. Yo hice mi propio resumen para aprenderlo, pues que ellos hagan lo mismo.

Ese alumnado «global» pierde la frescura de las sesiones presenciales, evidentemente. En clase, no solo yo aporto información. El alumnado sabe muchas cosas, y las compartimos. Además de hacer simulaciones de aula y ejercicios que les servirán para sus prácticas docentes. Por eso luego a los globales, los examino con simulaciones de situaciones reales, para que actúen al menos ese día delante de mí.

Vuelvo a la locura administrativa de fin de curso, que me enrollo con la docencia. Es que me gusta, se nota? Pero el papeleo… mmmmm no tanto. Dirigir trabajos finales está muy bien, pero tener que pasar el trabajo por una herramienta de detección de similitud de texto (antiplagio) para generar un informe de porcentaje de similitud, enviarlo al alumno para que lo adjunte al trabajo, recibir de nuevo el trabajo, subirlo a una plataforma y generar una solicitud de defensa para enviar al alumno, y recordarle que lo envíe a la dirección que pone en la página de la universidad, que a veces ni lo leen y preguntan mil cosas, eso ya lo podrían hacer otros. No es por nada, es que en mi caso dirijo casi 20 trabajos al año, todos en la misma fecha. Locura total, y como se te pase un plazo, malo. Correo saturado, no sabes a cuál atender primero porque lo lleva menos avanzado a ver si le das un empujón, pero sin olvidar al que lo está terminando y quiere entregarlo pronto, que está en su derecho.

Sobre el programa de detección de plagio, no es darle al botón y que la herramienta haga su trabajo. Lo hace muy mal. Es una máquina y no sabe que el índice de los trabajos es igual para todos, pero lo marca como similitud de texto. Las leyes educativas que referencian porque basan sus propuestas didácticas, tampoco significa que estén plagiando. La herramienta no lo sabe, es el docente quien tiene que anular esa coincidencia, porque no es plagio. Y así otra y otra y otra coincidencia. Del 15 o 20% que puede detectar, entre leyes y artículos de los decretos educativos, hay que ir uno a uno anulando, porque no son plagio, y se queda en 3 o 5%. Una tarea extra de media horita por trabajo. Un gusto, vamos.

Pues eso, dicho queda. No tenemos tres meses de vacaciones. Uno, y gracias. Que aunque lo dediquemos a descansar, indudablemente, también aprovechamos para concretar las mejoras de la programación siguiente, que ya vamos barruntando desde junio. En mi caso, para las clases de la universidad, el próximo curso las haré más prácticas todavía. Llevaré material didáctico cada día, ya lo estoy metiendo en cajas. Y para secundaria, nuevo hilo conductor: «Personas relevantes de la historia». Otro día lo desarrollaré con detalle, que lo estoy perfilando poco a poco. Me encanta programar. ¡Pero necesito una secretariaaaaaaa! O secretario, claro.

¡Agilando el verano!


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